
La Medalla para un rociero es algo muy importante, tiene mucho significado y valor emocional. Es como si la Virgen fuera colgada de nuestro cuello.
Cada Hermanda posee la suya a distinción de forma y color de cordón.
Yo os presento la mía, la medalla de mi Hermandad.
Es de color plateada, figurando en el centro la Virgen del Rocío, rodeada de derecha a izquierda de ramas de olivo. En la parte superior es el Espíritu Santo en forma de Paloma, y en la parte inferior el escudo de Jaén.
Al dorso se encuentra un grabado que dice Hermandad Nuestra Señora Del Rocío de Jaén fundada en 1982.
El cordón es de color morado para todos los Hermanos, dorado para el presidente y morado y dorado para el resto de la junta de gobierno.
Toda esta obra de arte fue diseñada por el Hermano rociero ya difunto, José de Horna López.
Mi medalla es mi fiel compañera en este duro viaje que es la vida, desde la cabecera de mi cama o colgada en mi cuello vela por mí a cada minuto y a cada segundo.
Ella me recuerda constantemente quien soy y cuales són mis raíces, sabe perfecctamente que es lo que necesito y si está en su mano no duda ni un segundo en ofrecérmelo sin pedirme nada a cambio.
A mi lado escucha atentamente mis suplicas y en estos inviernos donde la distancia se hace mayor, me acompaña derrochando paciencia, hasta que la llegada de la nueva primavera me acerque otra vez a Ti.
Por los senderos de Doñana con sabiduría me guia hasta tus plantas, una vez allí, frente a tu reja recoje las lágrimas que mis ojos van derramando.
Ella sabe darme consuelo en esas noches cerradas en las que solo se divisa la oscuridad, y cuando no vislumbro el sol es la vela donde se posan mis miradas.
Cuando la tristeza hace mella en mi alma, ella sabe darme el cariño que necesito, sabe curar mis heridas con un simple reflejo o con una simple caricia sobre mi pecho, sabe a cada instante cuales son mis virtudes y cuales son mis carencias, es el hombro donde me apoyo y el brazo que me levanta cuando la vida me da un duro golpe.
Mi Medalla es sabia, sabe entenderme a la perfección, son muchos años a mi vera, donde a habido momentos de alegría y otros momentos de penas, instantes donde se han mezclado llantos y sonrisas, años en los cuales los tiempos han cambiado, al igual que yo también e cambiado, y ella a sabido aceptarlos y aceptarme a mi.
Mi Medalla es la vara que me ayuda a caminar durante el resto del año, ese año donde los pasos se hacen lentos, y donde voy dejando en cada huella sudores y sufrimientos, aunque todo sea dicho, también hay pisadas donde solo reina la felicidad.
Mi Medalla me a enseñado a ser humilde y buen rociero, a hablar con el corazón, de su boca nunca a salido un quejío, y su cordón renegrio esta siempre orientado hacia la aldea.
Huele a romero y a muchos caminos, y aunque esta deshilachado y viejo sujeta fuertemente mis promesas igual que un almonteño se agarra con fe a sus varales.
Mi Medalla vino hasta a mi vida un día, y desde entonces y es mi fiel compañera.
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