Problemas Rocieros: La Carretera es un Hecho

¿ Es posible que se nos haya olvidado aquellos tiempos que ívamos al Rocío, en coches, camiones o carros y al llegar a ciertos sitios, las arenas nos decían hasta aquí llegó ? Entonces echábamos pie a tierra y a empujar, y cuando ya las fuerzas se agotaban y el radiador hervía, teníamos que recurrir a caballerías, que tiraban e los coches, o camiones de mayor potencia, para salir a duras penas del atolladero, cuando teníamos que darnos por vencidos en aquella lucha titánica para llegar a la Ermita, sudorosos, empolvados y maltrechos y una vez ante la Blanca Paloma, aparecíamos alegres, rejuvenecidos y reconfortados, con u celestial aroma, que nos daba valor y fuerza para volver al año siguiente, con el mismo ardor, como si nada hubiera ocurrido, y el camino fuera una pista de primer orden.

Pues todas esas penalidades o dificultades se han soslayado, gracias a la construción de esa linda carretera que hoy disfrutamos.

Muchos fueron los artículos que se escribieron, las cartas y peticiones que se hicieron, unas veces para llegar a la Ermita, otras para alcanzar Bonanza, pasando por el Rocío, y todas chocaron con la apatía, el desinterés y quizás el desconocimiento que esta vía de comunicación tendrá para el futuro, desde el punto de vista económico, comercial y turístico y hasta estratégico, pero como la Santísima Virgen del Rocío lo puede todo, tuvimos la dicha que nos pusieran en la provincia un Prelado, que con su capacidad e inteligencia suprema, iluminado por los destellos de Ntra. Reina de las Marismas se diera cuenta de que, dentro de las múltiples facetas que tiene la gran romería del Rocío, puede sacarse un vivero de espiritualidad para las buenas almas, que nos de la semillas pura, que seleccionada con el mas delicado tamiz, fructifique por todo el ámbito nacional.

Con tan acertados razonamientos y pruebas concluyentes expuso el problema ante las altas jerarquías del poder, que su palabra prometida se hizo una realidad, que nos parece un sueño y es preciso que los almonteños, primero, y todos los rocieros después, nos olvidemos esta delicada y decidida intervención de Sr. Obispo y reconozcamos con satisfacción y profundo agradecimiento, el desvelo e interés que puso en tan dilatado problema.